domingo, 12 de febrero de 2012

Queridos abuelos...

Mi nombre es Víctor Tola de Castro, era cartero en valladolid cuando me negué ante el cura a entregar una lista con el nombre de los que habían de fusilar, lo cual me llevó a perder también mi vida el 16 agosto de 1936 dejando a mujer y tres hijos.
Mi nombre Adrián Sanchez Moreno, era agricultor en zaragoza cuando me arrebataron la vida el 16 agosto de 1936 por decir lo que sentía en mi corazón sin medir las consecuencias, dejé a mujer y un hijo.
Años después nuestros hijos nos convertirian en consuegros, y los nietos que no llegamos a conocer, sostienen a día de hoy nuestra memoria. Para que no se olvide el pasado a fin de construir un futuro más justo y libre para los que aún quedan por venir.




El detalle de los hechos, tal como nos los transmitieron nuestros padres y abuelas, los podeis leer a continuación:


Por situaciones de la vida solo conocí a mi abuela paterna, que a sus 99 años aún se la podía oir cantando a la virgen del Pilar y los himnos legionarios, demostrando una vez mas, que es mejor maña que fuerza.

A mis abuelos los mató una bala inconsciente disparada por una mano confusa, ambos el mismo día, como si su destino cruel hiciera un guiño perverso a sus descendientes para no olvidar lo injusto de sus muertes.
En Zaragoza a mi humilde abuelo Adrián le dieron la ley de fuga por cometer la inconsciencia de llamar a su perro Azaña, herido llego a un río y allí sus sueños se fueron diluyendo hasta hacerse imperceptibles.

En Valladolid mi abuelo Víctor era cartero. Un día el cura del pueblo le pidio que entregara una carta lacrada sin portarla en la valija.

El se negó a pesar de las insistencias del párroco, pues bien sabia mi abuelo el contenido de aquella misiva. Los nombres de los vecinos del pueblo que habían de erradicar.

La carta llegó a su destino por otros medios, pero con un añadido mas, el nombre de mi abuelo.

Dos horas antes del alba de repente alguien llamaba insistente.Afuera los perros ladraban.
Que pasa Desiderio? que me despiertas a los zagales!!
Hermano has de huir, viene a prenderte la guardia civil.
Tranquilo, nada he hecho, no has de temer.
Que no Víctor, que están llevándose a los hombres del pueblo y subiéndolos a un camión.
Dice mi madre , que de primera persona, solo recuerda las silueta de los tricornios.

Víctor acompáñenos por favor.


Puedo acompañar a mi hermano?
Les preguntó Desiderio.
Se miran entre ellos y asienten.Venga usted también.


Mi abuela miraba por ultima vez la silueta del que , sin ningún atisbo de duda, era el hombre de su vida.

No se lo que pensaría mi abuelo mientras era transportado a su destino incierto, quizás en la noticia que recibió el día anterior en la cual le concedían el tan soñado puesto de encargado de correos en el Escorial, no se. Pero se lo que sentía en su corazón. No era rabia, ni odio, debía de ser una mezcla de un profundo amor y dolor por el destino de los que amaba. Se miraría las manos, por no cruzar mirada con sus compañeros y vecinos y tener que contemplarlos sollozando como niños.

Cuando los bajaron del camión, mi abuelo, que quizás conocía al guardia civil que lo apreso, le pidió que le diera su cartera a su mujer con 30 duros que había ganado limpiando un pozo en Cotanes del monte.

Mi abuelo mira a su hermano y le agradece en la mirada el hecho de no dejarle solo en la hora mas amarga, su hermano le mira orgulloso cuando a silbar empiezan las balas arrancando miles de sueños que ocultaran a paladas.

En el umbral de la casa, llora desconsolada mi abuela, entre sus manos sostiene la cartera de mi abuelo con los 30 duros. Mientras el guardia civil lucha por reprimir la amargura que le produce su sino, y da media vuelta para seguir su camino.

Una mezcla de rabia e indignación empujan a mi abuela hacia la casa del cura.
Vengo a que me firme la defunción de mi marido para poder arreglar mi viudez para que mis hijos y yo no muramos de hambre.
Lo siento, pero si no viere el cadáver no puedo firmar la defunción.
Mi abuela, presa de la cólera y el mas profundo de los ascos se va a su casa, entra y sale dirigiéndose de nuevo a casa del cura.


Vuelvo para que me firme la defunción de mi marido.El tono debía de helar la sangre.
Le he dicho que si no veo el cuerpo no firmo nada.
A si? Pues entonces yo voy a firmar la suya hoy, y sacando el cuchillo de la matanza del cerdo de debajo del brazo se lo puso en el cuello diciéndole
porque yo voy a ver su cadáver hoy...


Por favor! que va ha hacer usted?!!,
dijo el pater
Me va a firmar la defunción de mi marido?le dijo por ultima vez.

Ya mas despacio regresa a su casa, en una mano el papel que aseguraba un mínimo sustento para sus hijos, en la otra la confusión y el desamparo.

Esta es la historia de mis abuelos maternos, una pequeña y amarga parte al menos.

En mi familia mimamos la tradición oral, que pasa de boca en boca y mantiene vivo el recuerdo de los se lleva el tiempo.


Mi abuelo escribía, y con motivo de la fiesta de los quintos compuso unas lineas, el tiempo ha borrado las primeras pero se conservan las últimas.


Yo si de mi suerte saco la cinta republicana

que no se enfade mi novia que sera para mi hermana.

Esta en cuarta reservada porque tengo tres hermanas

y es mas profundo el cariño que el de otra cualquiera dama.



Os quiero mucho abuelitos sin haberos conocido, me merecéis profundo cariño y respeto por todo lo que he aprendido.



Os las dejo con cariño y pido disculpas por el desorden al escribir y la falta de métrica, lo he escrito con mi madre a mi lado,y el sentimiento me ha podido en mas de un parrafo y mi mente no tiene jurisdicción lingüística en mi alma..


Víctor S. Tola (reeditado en 2011)

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