miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vuelo de esperanza



No era, hasta ese momento, el mejor de mis días. Estaba asomado a la ventana, sencillamente observando, como tantas otras veces. El otoño parecía anunciarse en el sonido del viento, que a rachas, traía consigo el frescor que tanto echamos en falta en verano.
De repente la vida añade una pincelada más de color al paisaje ante mis ojos. Una preciosa y gran mariposa amarilla con manchas negras. Magnifica! Me imbuyo en su errático vuelo, jamás me pude resistir a su enigmática danza, frágil y despistada.
Me embeleso, como nunca antes, en su ajetreo de flor en flor, de planta en planta, buscando, encontrando, libando y portando vida por doquier.
De pronto me veo inmerso en pensamientos que no me son familiares, como si por un extraño designio, fuera capaz de captar lo que pensaba la mariposa. Siento sus ciclos, su recorrido hasta ese preciso momento. Percibo la oscuridad de su vida, su luz, su esfuerzo por volar, su pasión al lograrlo.
Y ahí está ella, revoloteando frente a mi, llenándome de un sentido y una paz mas allá del significado de las palabras. Disipando la angustia que me embargaba minutos antes, aflojando la tensión que en ocasiones genera la vida. Sintiendo el calor benigno del sol, el frescor de la brisa, olvidándome de todo, de todos, incluso de esa llamada que hace horas espero de un compañero y que decidirá si conservo mi puesto de trabajo o termino en las filas del paro.
Los segundos se dilatan, se expanden mezclándose con el espacio, ya no se si soy yo o la mariposa, quizás sea al viento, sin duda soy parte del sol.
Allí, encaramado a la ventana como un niño, pienso si esa mariposa no será Di's. Y le pido, caprichoso, que vuele hasta mi a modo de señal, que me deje observar de cerca la preciosa mariposa. De repente un golpe de viento se la lleva lejos de mi ventana, parece que la pierdo entre las plantas del campo de enfrente. En el interior de la habitación suena el timbre de mi teléfono y yo entro de sopetón en la realidad, mi corazón late muy deprisa, me aproximo al teléfono y respondo, es mi compañero.

Oye ...(silencio)...lamento tener que comunicarte
Un segundo por favor, le interrumpo.
Se hace un silencio...
Estás ahí?
Si, perdona, ¿que me decías?
Te decía que lamento comunicarte...
Sabe qué? ,le interrumpo de nuevo.
Qué?, responde algo confundido
Que no lamentes nada, la mariposa acaba de entrar por mi ventana...
Como dices?
Luego te llamo.
Corto la llamada y caigo al suelo llorando de felicidad...

Sobre mí, la mariposa parece escribir en el aire,
< ...no te dejaré ni te desampararé....>
justo antes de salir de nuevo a su realidad...al otro lado de la ventana.


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