
Camina con paso lento, sintiendo la brisa fresca que acaricia sus mejillas...
Ancianito amor.
Siempre sentado a la puerta
sintiendo correr la brisa
en su anciana piel curtida
por lo dura que fue la vida.
Ya no hay pena ni alegría
que se delate en su rostro
mas es sereno cual día
tranquilo de mes de agosto.
No se adivina belleza
ni tampoco fealdad
los que a su lado pasean
solo contemplan su paz.
Al narrarte su pasado
su bondad apreciaras
y jamas indiferente
de su lado marcharás.
Un día de primavera
de sus nietos bien rodeado
les explico el secreto
que mejor había guardado.
Escuchadme bien atentos
y aprended esta lección
pues no encontrareis escuela
que de ella os haga mención.
Cien primaveras he visto
a cada cual más bonita
y de ellas he aprendido
que la belleza es marchita.
Mil veces habré reído
muchisimas mas llorado
hasta hacer de esta paz
mi refugio más preciado.
Cuando la abuela marchó
aprendí otra gran lección
que nunca tendrá la muerte
potestad sobre el amor.
Pues cuando se peinan canas
y gesticular ya cuesta
y moverse es un suplicio
y hasta comer molesta
tan solo queda el consuelo
de saberse preparado
para afrontar lo que tenga
el destino preparado.
Tras haber colmado de besos
a sus nietos y biznietos
se sintió muy aliviado
por transmitir sus secretos.
Aquella noche partió
dejó su sonrisa grabada
por la certeza de ir
al encuentro de su amada.
Con todo mi cariño para aquellos sabios de pelo blanco que nos brindaron la vida.
V.de Tola
2 comentarios:
Buen día, Víctor:
Me sumo a tu blog. Me gusta lo que leo y percibo de ti.
Hemos coincidido en la plantilla...mi blog THEMCELVEZ también tiene ese personal observatorio desde donde contemplo el Mundo y a sus gentes y con las que, en ocasiones, me mezclo.
Cordiales saludos,
Celia
Hombre! alguien que se acuerda de los viejos. Y lo digo así porque para mi es una palabra muy respetable. Por lo que he visto, en Europa los ancianos parece que molestan y nadie se da cuenta que probablemente somos lo que somos y pensamos, en buena parte por ellos y el retazo del legado que nos dejaron en algún lugar del gene y del recuerdo.
Empezamos bien, Víctor.
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